Fuente: El Progreso
Construido en el siglo XVIII, el puente de Becerreá es el único que se conserva del periodo neoclásico en Lugo. Reconocido como una de las infraestructuras más valiosas del Camino Real, aguarda desde hace una década ser declarado BIC. El Concello y el vecino se afanan por cuidarlo y preservar sus leyendas
Construido en el siglo XVIII, el puente de Becerreá es el único que se conserva del periodo neoclásico en Lugo. Reconocido como una de las infraestructuras más valiosas del Camino Real, aguarda desde hace una década ser declarado BIC. El Concello y el vecino se afanan por cuidarlo y preservar sus leyendas
EN UN ENTORNO idílico y coronando uno de los afluentes del Navia emerge el magestuoso puente de Cruzul, en la parroquia becerrense que le da nombre. La belleza de esta infraestructura de unos 30 metros de altura es indiscutible, así como su valor histórico y patrimonial, al ser el único viaducto de esta época conservado en la provincia y una de las construcciones más valiosas que forma parte del Camino Real.
La construcción se ubica en la antigua nacional VI, por lo que depende del Ministerio de Fomento. Por ello, hace casi una década que el Concello solicitó su declaración como BIC (Bien de Interés Cultural) respaldado por cientos de firmas de vecinos y asociaciones. Sin embargo, este papeleo parece haber caído en saco roto: desde la Dirección Xeral de Patrimonio Cultural de la Xunta apelan a la titularidad del ministerio estatal como responsable del puente, y Fomento no da ningún tipo respuesta al ser preguntado sobre el estado de los trámites.
Ante la necesidad de proteger esta valiosa infraestructura, que clama a gritos una restauración, el gobierno local ha vuelto a enviar en días pasados la documentación a las entidades competentes.
ORGULLO. A la espera de que de una vez por todas se otorgue la tan esperada distinción, los vecinos se muestran orgullosos de convivir con esta construcción y los más longevos guardan en su memoria su más viva historia. «Dise que durante a guerra da independencia o exército francés quixo tirala abaixo, pero non puideron», dice Alberto López, de 74 años.
Otros vecinos contradicen esta historia y aseguran que la gente de la zona se apoderó de miles de fusiles que los franceses escondieron junto al puente o que el ejército provocó detonaciones en la infraestructura para entorpecer el paso de las tropas enemigas.
Mito o realidad, lo cierto es que la construcción data de la época napoleónica. La mandó erigir el monarca Carlos III -entre los años 1776 y 1778- y se dice que las obras duraron varias décadas. Tanto que se concluyó durante el reinado de su descendiente, Carlos IV.
«Chamábanlle a ponte da soidade porque tardaron máis de 36 anos en levantala», añade López, quien fue camionero durante varias décadas y recuerda que la infraestructura soportó durante más de dos siglos el tránsito de vehículos, al formar parte de una de las principales vías de comunicación de la zona, la nacional VI. «Para ir a Madrid tiñamos que pasar por ela obrigatoriamente. O tránsito diario era impresionante ata que no ano 1984 se levantou unha nova ponte pola que levaron a estrada», explica el septuagenario. «Antes era o único paso que tiñamos, por iso, ademais de ser unha fermosa construcción, era un acceso moi empregado por toda a xente», añade su mujer, Marisa Pardo.
Algunos vecinos aseguran que el viaducto fue visitado por la reina Isabel II décadas después de su levantamiento. «Algúns comentan que cando a viu preguntou se estaba feita de ouro ou de prata polo femosa que era e outros din que cando se subiu enriba chegou dicir que non a vía».
Además de su valor histórico y patrimonial, el puente de Cruzul destaca por su interacción con el paisaje, pues se encuentra en un espacio natural de gran importancia. «Destaca sobre todo a fermosura do aciñeiral de Cruzul ou o de Ousón, que envolven a construción conformando un conxunto pouco común», señala Alberto López.
DETERIORO. Actualmente, gran parte de las piedras que conforman la estructura del viaducto están erosionadas y el conjunto refleja el deterioro causado por el paso de los años. El musgo y la vegetación cubren parte de la construcción que, ante la dejadez del Ministerio de Fomento, es limpiada cada cierto tiempo por el Concello de Becerreá, a riesgo de ser sancionado como ya sucedió en el año 2015. «Hai uns anos expedientaron o Concello con 800 euros por sacar a maleza e abrir unha pista», recuerda ciertamente José Espín, otro vecino, quien apunta a la necesidad de cuidar el viaducto. «Nin fan nin deixan facer ao Concello. Nun tempo tamén se anunciou un proxecto para dotar a ponte de iluminación, pero todo quedou no aire. O que está claro é que alguén ten que mirar por coidala e sacarlle a maleza», remarca el becerrense.
El sentimiento generalizado en la parroquia de Cruzul es de pena por ver cómo la infraestructura se estropea sin que las administraciones competentes tomen cartas en el asunto. «Hai unhas semanas viñeron dous autobuses cheos de xente para ver a ponte e é unha pena que a pasarela estea chea de silvas», lamenta el septuagenario Alberto López.
Así, este singular ejemplo del periodo neoclásico, parte vital de la historia de Becerreá y de Galicia, seguirá esperando una protección y reconocimiento que no acaba de llegar por parte de las administraciones competentes, pero que los vecinos del lugar ya le han otorgado desde hace décadas preservando sus leyendas e historia en su memoria y en sus corazones.